
Tú mueves en mi pecho pequeños mecanismos
como de relojería.
Tú, lluvia matapajaritos en el desierto
que ya es desierto florido.
Así lluvia, relojero, me has cambiado el paisaje
el tiempo.
Por eso paga tu culpa, forastero
científico irrespetuoso de mi ecología:
te condeno a quedarte para siempre
que ya no soy la misma
que ya no puedo vivir
sin tu agua
sin tu ritmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario